Pánico Pop

El delgado lienzo de la libertad

No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta

en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna”.

Mahatma Gandhi


Durante los momentos más críticos de la gran pandemia derivada de la Covid19 fuimos arrojados a vivir en reclusión, aislamiento, en el encierro y la incertidumbre. Sin dejar de ser una amenaza futura, nuestro sentido de supervivencia apuesta por convertirla en memoria, sin embargo, su asimilación nos provoca emociones, sentimientos e interrogantes que aguardan respuestas. Una de ellas, sin duda, es ¿Qué aprendimos en la pandemia? Parto de esta breve reflexión para abordar la exposición Pánico pop presentada por Kolëctiv feat en el Centro Cultural Juan Rulfo. Conformada por once obras de mediano y gran formato, la muestra se convierte en el territorio donde confluyen diversos conceptos que hacen de esta propuesta una provocación a mirar lo que parece obvio: la libertad, la colectividad, la otredad.

Kolëctiv feat surge como iniciativa de la artista visual Lulú Sánchez Puig y está conformado por artistas en proceso de readaptación dentro del Reclusorio Norte y la Penitenciaría de la Ciudad de México, así como con artistas ya reinsertados socialmente. Pánico pop muestra un cuerpo de obra surgido de una revisión, estudio y trabajo de más de mil quinientas horas que Sánchez Puig ha dedicado a trabajar con los internos de estos centros de readaptación social. En esta serie, los artistas exploran el pensamiento y la vida de diversos personajes protagonistas del siglo XX y en cuya producción lo colectivo adquiere un matiz relevante. Primero, porque cada una de las obras se convierte en un ejercicio conjunto entre artistas para quienes la colectividad, como principio de la vida social y de la actividad conjunta de los individuos, los convierte en excluidos, estigmatizados, nulificados. Sobre ello Sánchez Puig afirma “Lograr conjuntar a diversos artistas, en condiciones de reclusión, para discutir y realizar cada una de las obras se convierte en un ejercicio de habilidades sociales que se diluyen durante la reclusión y que se agudizan durante la reinserción”. En segundo, porque la mirada del artista en reclusión hacia la imagen del personaje que se interviene adquiere diversos matices que lo diferencian, quizás, de la mirada de cualquier otra persona en condiciones de libertad. “En la cárcel no se tiene acceso a este mundo dominado por la imagen en el que hoy vivimos – comenta Lulú – para ellos, mirar a Gandhi, Dalí, Luther King, Elvis Presley es mirarlos desde otra perspectiva, desde el pensamiento, su individualidad, su impacto en lo colectivo y su humanidad”.


Si bien el texto de sala alude a la serie como un homenaje a “los personajes del Siglo XX que hoy pertenecen a la cultura popular “y “…al movimiento pánico de Jodorowsky, Topor y Arrabal, nombrado así por el Dios Pan de la mitología griega, buscando que nuestro paso por la cárcel sea efímero y que prevalezca, por encima siempre, el despertar de la conciencia a partir de la búsqueda intuitiva de la expresión artística.” Desde mi personal punto de vista este cuerpo de obra va más allá de un homenaje, se convierte en un conjunto de obras que confrontan y evidencian la otredad de ambos lados de los muros de una prisión.

Desde su manifiesto, Kolëctiv Feat busca provocar a la intuición, el ejercicio de ese acto único del espíritu que de pronto, súbitamente, se lanza sobre un objeto, lo aprehende, lo fija, lo determina por una sola visión. Por eso la palabra “intuición” tiene que ver con la palabra “intuir”, la cual, a su vez, en latín significa “ver”. Intuición vale tanto como visión. Este llamado desde la reclusión a mirar nos hace pensar en una ceguera colectiva. Estamos tan absortos en la libertad que hemos dejado de verla, de pensarla y quizás de significarla. Reformulo ahora aquella pregunta al inicio del texto para plantear, ¿Qué aprendimos durante nuestro encierro sanitario? La respuesta es tan personal como las afecciones del virus, sin embargo, una de las reflexiones que nos unen en una intuición emotiva, intelectual e incluso volitiva al mirar la serie de Pánico pop es el encuentro con el sentido de la libertad. Cada obra se convierte en un delgado muro con la otredad en dos vías: la del artista en reclusión y la del espectador recién liberado del encierro sanitario. Este gesto de la obra me parece, trastoca el espacio, pero sobre todo hace visible lo invisible: el otro, los olvidado, lo olvidado, lo obvio, la colectividad y la trascendencia del arte en los procesos de sanación del ser humano.

Queriendo acercarme a la obra desde un ejercicio discursivo como ejercicio contrario a lo intuitivo, la presencia de Kahlo, Churchill, Luther King, Elvis Presley, los Beatles, no sólo habla de su sentido popular, nos confronta desde el pop con nuestra banalidad. Somos habitantes de un mundo convulsionado por imágenes que dejan de tener significación y como bien afirma el colectivo en su manifiesto “El ciclo pensamiento – realidad – pensamiento, ha muerto”. Pareciéramos orbitar en una nueva variante del Homo videns de Sartori, frente a esta era de la información, “frente a estos progresos, hay una regresión fundamental: el empobrecimiento de la capacidad de entender”. Pánico pop nos confronta con ello, nos obliga a pensar más allá del retrato, empujándonos a la intuición, a la humanidad que nos une y a nuestro sentido en la colectividad.


En cada una de las obras vemos la reconciliación del pop con el expresionismo abstracto salpicados con gestos de grafiti y textualidad que denotan la realidad de los artistas y se convierten en obras de una honestidad. y me atrevo a decir, pureza, sobre la que se plasma el único acto de libertad a la que tienen acceso los artistas del colectivo: su libertad creativa. Lejos esta el dramatismo, lo incierto, lo violento, vemos expresión, vigor, pasión, excitación, vemos esa caricia a la libertad y al pensamiento, ese estar caneado que en el argot de la cárcel significa tener nostalgia de la calle, de la casa, de la familia. Y ese estar caneado, ese sentimiento que vivimos en pandemia nos une y nos identifica desde el sentir con quienes por diversas razones han sido condenados a penas privativas de la libertad, pero que mediante el dispositivo artístico quebrantamos los prejuicios y las condenas para mirarnos desde nuestra humanidad para reflexionar sobre la libertad y el mundo que habitamos. Los polos conviviendo y sólo divididos por un muro que ahora es el lienzo. La mezcla de los contrarios como método para la expansión de la imaginación tal y como lo buscaba el movimiento pánico al que se alude.



Las obras tituladas “La fuerza interior o passive resisters soccer club” y “Qué cosas maravillosas logrará hoy este Salvador Dalí o divino, divino, divino” me parecen que poseen una carga de sentido del humor que revela el acto liberador de los artistas al crear la obra, se vuelve pícaro, divertido, honesto, humano y, lejos de pretensiones discursivas, enfatiza la presencia humana en la figura y en los trazos advertimos la presencia de los invisibles. En ambas obras, me causa especial curiosidad la presencia de trazos que aprisionan la imagen del personaje, como si nos revelara nuestra particular carencia de libertad.

Qué cosas maravillosas logrará hoy este Salvador Dalí o divino, divino, divino

La mixta titulada “Rey caneado”, me parece una pieza destacable. Mirar aquel personaje de identidad difusa envuelto en la nostalgia; rodeado de trazos y frases; de expresión y simbolismos; de libertad y aprisionamiento; inmerso en la paradoja de la libertad de querer ser libres por el puro deseo de ser y no poder ser; de la paradoja de la libertad que si bien es individual tiene mucho eco en lo colectivo. Ese ser caneado por la incertidumbre que se vuelve una constante de nuestros tiempos. Y es en esta obra donde lo pánico adquiere mayor relevancia, la intervención se expande en la explosión de “Pan” (todo), el respeto irrespetuoso, el himno al talento loco, el antimovimiento, el rechazo a la seriedad, el canto a la falta de ambigüedad, el arte de vivir.

El Rey Caneado


Quiero terminar citando a Lulú Sánchez Puig: “Hice un ejercicio con los internos. Les pedí que me dijeran la primera palabra que les viniera a la mente al escuchar la palabra cárcel. Me contestó uno: Paz; otro, descubrimiento; otro, tranquilidad; otro, fuerza. Les pregunté ¿Y a ninguno infierno? Esa es la segunda, me contestaron” Creo que quienes vivimos en sociedad debemos pensar ¿Cuál es la primera palabra que nos viene a la mente al escuchar la palabra “libertad”? Quizás a partir de ello podamos entender qué aprendimos en nuestro confinamiento durante la pandemia. Para Lulú, a partir de esos momentos la libertad tiene un nuevo significado: “Poder abrazar a los tuyos cuando lo desees, solo en libertad podemos hacerlo.”

Pide el catálogo, adquiere una obra de Kolëctive Feat y apoya a los artistas.

Mayores informes: info@kolectivfeat.com

http://www.kolectivfeat.com/

Pánico Pop se presenta en el Centro Cultural Juan Rulfo. Campana 59, Insurgentes Mixcoac, Benito Juárez, 03920 Ciudad de México, CDMX

2 comentarios

  1. Extraordinaria forma de ponernos a pensar en la realidad actual después del lock-down.
    ¿Cuál es la primera palabra que nos viene a la mente al escuchar la palabra “libertad”? Para mi es amor.

    Los artistas al hacer este ejercicio y nombrar la primera palabra que vino a sus mentes en la cárcel y que fueron Paz, descubrimiento, tranquilidad y fuerza son muy parecidas a lo que todos vivimos estos dos últimos años y también para muchos yo creo que fue un infierno.

    Gracias Lulú, gracias colectivfeat, gracias dossier y gracias Emmanuel

Responder a Óscar Román Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.