La lucha contra el cambio climático llega a los museos
En recientes fechas se han vuelto frecuentes las protestas en museos a favor del medio ambiente, acciones realizadas sobre obras de arte, que buscan llamar la atención sobre el cambio climático, cuya relación con el arte va más allá de simples protestas.
De protestas y propuestas
Sin duda las manifestaciones de protesta en museos tienen el objetivo de hacernos reflexionar sobre el cambio climático y las pocas acciones que se realizan para detenerlo, pero ¿realmente cumplen con ese objetivo? ¿De qué otra forma el arte puede servir para reflexionar en el tema? ¿Es la forma y los lugares correctos para llamar la atención sobre el tema?
Como ejemplo, basta ver los casos más recientes.
Pasteles para la Mona Lisa
El pasado 29 de mayo un hombre fue detenido mientras repetía la frase “piensen en el planeta, hay gente que lo está destruyendo”, la razón; le lanzó un pastel a la obra de arte más famosa del mundo, La Gioconda de Leonardo Da Vinci.

Apegados a Van Gogh
Dos jóvenes activistas de la organización Stop Oil literalmente se adhirieron al marco de la pintura de 1889, Pêchers en fleurs (Flores de melocotón) de Van Gogh, que muestra un paisaje del sur de Francia, expuesto en la Galería Courtauld.
La razón: exigir la paralización de todas las nuevas infraestructuras de combustibles fósiles, según ellos el paisaje expuesto en la obra nunca volverá a ser el mismo de continuar estas prácticas.

Sopa de tomate sobre girasoles
Otra vez, dos activistas del grupo Just Stop Oil arrojaron sopa de tomate sobre Los girasoles de Van Gogh en la Galería Nacional de Londres
“Oh, no, otro ataque contra un objeto sin ninguna relación causal con la emergencia climática, algo inocente y bello”.
Fue una de la citas que apareció en el portal del New York Times, e incluso se comparó a los activistas con terroristas.
“Necesitamos romper el espejismo de que todo está bien y la ilusión de la vida normal”
Dijo la activista Indigo Rumbelow al mismo medio.

Puré de patatas para los almiares
Les Meules (Los almiares) de Monet (1889-1891) fue protagonista de la más reciente protesta, en este caso, por parte del grupo de activistas alemán Última Generación, que lleva varios meses organizando distintas protestas junto a obras de arte famosas para llamar la atención de la sociedad y los políticos sobre la crisis climática. En agosto, dos de sus activistas se pegaron a una obra de Lucas Cranach el Viejo en la Pinacoteca de Berlín.
Las propuestas
Si bien, ninguna de las obras sufrió algún daño, queda la pregunta ¿Qué tiene que ver el arte con el cambio climático?
Algunas ideas detrás de este tipo de protestas hacen hincapié en que si no tomamos acciones, pronto no habrá nadie para apreciar estas obras o que deberíamos cuidar el medio ambiente como cuidamos el arte.
Por otro lado, muchas de las críticas a estos grupos van sobre los pocos resultados de estas acciones que se realizan desde lugares de privilegio, mientras otros activistas arriesgan sus vidas por defender estas mismas causas.
Sin debatir cuál sería la forma correcta de hacer activismo y más allá de las protestas, queda la pregunta ¿El arte puede hacernos reflexionar realmente sobre los temas importantes?
Desde luego, el arte siempre ha sido un vehículo para la reflexión, pero sobre todo para la crítica, como ejemplo en un mar de expresiones, basta ver algunas formas del artivismo.
El artivismo es el punto en el que confluyen el Arte y el activismo, un movimiento que empieza a reconocerse en los albores del siglo XXI y que surge del arte urbano, el situacionismo y el arte del grafitti.
El sentido de este tipo de expresiones es crear conciencia sobre temas como la lucha por los derechos humanos, la migración y el medio ambiente.
No son pocos los artistas que se han decantado por esta forma de arte, basta mencionar a Ai Weiwei, Banksy e incluso colectivos.
Tanto el artivismo como estas protestas de activistas buscan lo mismo, poner el foco en los problemas que nos afectan a todos.
Una última pregunta ¿Cuándo vamos a hacer algo?