Arquitectura se denomina como el arte de idear, diseñar y construir edificios y estructuras donde se puedan desenvolver las actividades humanas, y que, a la vez, sean funcionales, perdurables y estéticamente valiosos.
Según esta definición, podemos entender que la estética es un componente único de esta disciplina, que busca el equilibrio entre la funcionalidad y el deleite de los espacios.
La Arquitectura, como cualquier arte, también es reflejo de un momento histórico, y por lo tanto un testimonio, testimonio de los acontecimientos, del gusto e incluso de los valores de una época ¿No es acaso lo que sucede con un libro, con una pintura o una película?
Y así como sucede con cualquier disciplina artística, la Arquitectura admite múltiples formas de pensamiento, por ejemplo, podemos aproximarnos a ella a través de la composición, desde el diseño o de su influencia en el entorno, pero en especial desde la creatividad y la imaginación.
Pasar del pensamiento al plano y de plano al edificio parece un acto de magia, pero es más resultado de un esfuerzo colectivo en camino a encontrarse con la belleza.
Otra aproximación que admite la de la Arquitectura es la relación que tiene con otras disciplinas artísticas, por ejemplo las intervenciones artísticas en espacios arquitectónicos como la que hizo el artista Héctor Zamora en la fachada del Museo Carrillo Hill en 2004 titulada Paracaidista.
O el híbrido entre fotografía arquitectónica e intervención del espacio que realizo el artista francés JR en la icónica pirámide del Museo de Louvre.
Ejemplos de esta perspectiva hay muchos, incluso en el cine con películas como La Panza del Arquitecto (1987) del director británico Peter Greenaway, que nos llevarían a reflexionar sobre la importancia de la Arquitectura en nuestras vidas.
Pero lo realmente importante es el valor estético que este arte público es capaz de aportar a nuestra experiencia humana.
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