Cultura a favor del consumo
He perdido la cuenta de las veces que me he topado a la Mona Lisa como parte de una imagen publicitaria o las ocasiones en que la iconografía creada por Warhol ha servido como vehículo para anunciar algo más que sopas en lata.
No es casualidad que las grandes obras de Arte sirvan como vehículo para hablar sobre un producto, a fin de cuentas, se trata de imágenes icónicas y reconocibles para el público ¿Para qué crear una imágenes poderosas y significativas pudiendo explotar las que ya existen?
Pero la relación del Arte y la publicidad va más allá de la simple explotación, históricamente el Arte ha servido como propaganda política, por ejemplo, el Guernica de Picasso se convirtió en una aclamada campaña publicitaria en contra de la Guerra Civil española o el cine soviético respondía a las necesidades de comunicación del gobierno.
Por otro lado, grandes artistas han puesto su talento al servicio de la comunicación, como Toulouse-Lautrec y sus famosos carteles para promocionar los espectáculos del Moulin Rouge o Dalí y su rediseño del logotipo de la marca de paletas Chupa Chups.
Entre el Arte y la publicidad existe una relación que se antojaba imposible, y sin embargo más habitual de lo que la “alta cultura” puede permitirse.
Esta práctica es común por muchas razones, el Arte le confiere prestigio a las marcas, a la vez que le transfiere valores como la creatividad o la estética y provoca la identificación inmediata de emociones propia, más de la obra que de lo que anuncia.
Por otro lado, también es una práctica cuestionable en el sentido que explota la creatividad de artistas que ya no pueden recibir compensación por su trabajo y crean una sobrexposición del Arte restándole profundidad y hasta seriedad.
A continuación dejamos algunas muestras del Arte en la publicidad.