El arte emergente tiene una oportunidad

El arte emergente que puede salvar la ciudad

Las restricciones por la pandemia y los recortes en los presupuestos de la cultura, han obligado a las grandes instituciones a mirar al arte emergente.

Esto puede significar un cambio y una oportunidad única para las nuevas generaciones de artistas y creadores.

La nueva realidad

Las actividades artísticas comienzan a despertar tras la pandemia de COVID-19. En la Ciudad de México se siente algo parecido a la antigua normalidad, aunque tal vez, ZOOM llegó para quedarse.

En los momentos más crudos de la crisis, eventos y exposiciones importantes, fueron pospuestos o cancelados.

Se añaden los recortes a la cultura impuestos por el gobierno. Las instituciones financiadas por el Estado deben continuar con apenas una cuarta parte de sus recursos habituales.

En estas circunstancias los montajes de grandes eventos y exposiciones monumentales se vuelve algo complicado, si no es que imposible.

La incertidumbre se convirtió en norma más que la excepción para las grandes instituciones culturales y museos.

Perspectiva local

Estos espacios artísticos encontraron la solución en el lugar menos pensando, pero sin duda cercano, los artistas jóvenes y su propuesta local.

No es casualidad que dos de los museos de arte contemporáneo más importantes del país montaran exposiciones mostrando el arte de una nueva generación.

El museo Tamayo y el Jumex apostaron por mantenerse abiertos bajo esta estrategia con muestras como Otrxs Mundxs y Excepciones Normales respectivamente, haciendo énfasis en el arte reciente.

El Museo Carrillo Gil por su parte, lanzó la iniciativa Tiempo Compartido, en la que unen las propuestas de varios colectivos artísticos en un espacio del recinto que igual sirve como sala de exhibición, espacio de creación y colaboración entre los grupos participantes que, a su vez invitan al público a participar.

Aludiendo a los ciclos agrícolas, la galería Kurimanzutto lanzó durante la pandemia la exhibición experimental Siembra, en el que dedicó pequeños espacios a la propuesta de colectivos y artistas emergentes que se exhibían junto a artistas de gran trayectoria como Gabriel Orozco o Carlo Amorales.

Si bien resalta la falta de conexión que había entre las grandes instituciones con los jóvenes creadores, la estrategia, puede ser una oportunidad para el arte nuevo, atrayendo públicos más renuentes a aceptar el arte de generaciones anteriores.

Tenemos que entablar diálogos entre generaciones más allá de los presupuestos, de crear propuestas más allá de las restricciones, invertir para el futuro y apostar por lo nuevo sin dejar los referentes del pasado.

Si no podemos mirar al arte emergente como una respuesta al futuro, estamos condenados a convertir nuestros espacios de arte contemporáneo en museos de Historia.

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