Algunas reflexiones en torno a lo queer

Por Manuel Guillén

Con base en la reciente apertura de la exposición “Vacaciones en Sodoma”, el autor propone algunas ideas en torno al detonante de la misma: las resistencias, exploraciones y afirmaciones de la sexualidad evolutiva de nuestro tiempo.

Como parte de sus ya largas investigaciones sobre el horizonte distópico del presente, la académica mexicana, Sayak Valencia, ha afirmado que la nuestra es una época determinada por lo desmedido de la acumulación desigual de la riqueza, la explosión de la violencia material, simbólica y mediática, y la conformación de resistencias a todo esto por medio de los recursos sociales disponibles para ejercerlas.

Valencia describe y argumenta en torno a una variedad de complejidades latinoamericanas con fundamento en la desmesura de la violencia de raíz heteropatriarcal. Concentrándonos solamente en la relativa al género, la analista ha dicho:

“…el género mismo es la violencia, las normas de masculinidad y feminidad, tal y como las conocemos, producen violencia, ya que se basan en órdenes y contraordenes, las cuales a su vez producen frustración y muy raras veces alivio”.

(Valencia, 2014: 72, nota 11).

El encasquetamiento del género, con base en creencias ya caducadas sobre una supuesta naturaleza humana esencial, reforzado por una ideología mediática y política, resabio de la posguerra, que asignó roles estereotipados con base en la genitalia de las personas, ha sido justamente desbordado en la actualidad.

La explosión de lo queer, o lo sexualmente excéntrico, y que en Latinoamérica se ha dado en llamar “cuir” para enfatizar la realidad social de la región en la que se dan estas resistencias particulares, es quizá la manifestación más representativa de que el binarismo sexual está llegando a su fin.

Ahora bien, más allá de las encomiables luchas políticas, jurídicas e ideológicas sobre la diversidad de las identidades sexuales y de género, lo que está de fondo en el encontronazo contemporáneo en torno a todo ello es la aceptación plena de la plasticidad de la naturaleza humana.

En efecto, como diversos teóricos han hecho ver, eso que llamamos “naturaleza humana” en realidad ha sido, desde tiempos remotos, un proceso de antropogénesis autóctona. En la era paleolítica, dicha “generación del hombre por el hombre”, por utilizar la afortunada frase de Peter Sloterdijk (2008), modificó los procesos de celo reproductivo y de gestación de las crías; hizo de los pulgares las palancas más eficaces del mundo animal y dio forma semántica a lo que en su momento fueron simples sonidos estereotipados emitidos por las gargantas inexpertas de los arcaicos homínidos.

Hoy, cientos de miles de años después, sencillamente damos por sentados todos esos modelamientos biológicos (que implicaron numerosas generaciones de ensayo y error sobre la “arcilla” orgánica de la propia especie) como si fueran “naturaleza humana” en sí misma, solamente porque la sedimentación temporal los ha vuelto inmemoriales.

En esta misma lógica de la intervención humana sobre su propia naturaleza para modificar a través del tiempo sus siempre provisionales capacidades, en los últimos cien años hemos presenciado un giro antropogénico de similar envergadura. Estamos llevando a la “naturaleza humana” hacia nuevos caminos acordes con su única constante: la maleabilidad. En la era de la sexualidad plástica, como con precisión ha datado el sociólogo inglés Anthony Giddens a nuestra era (precedida por las eras de la sexualidad de supervivencia y de la sexualidad reproductiva), las posibilidades de auto intervención en el género son vastas. Las combinaciones simbólicas y prácticas manifiestan inventiva, curiosidad y gozo e impulsan al futuro a la humanidad en su conjunto.

Las disidencias sexuales de hoy, la mayoría de las cuales son reflexiones, deconstrucciones y reconstrucciones de las sexualidades masculinas, serán la norma mañana, y se vinculan con el cyborg, con la sexualidad femenina posmachista y posreproductiva, así como con la androginia juvenil, tanto la mediática como la cotidiana.

A diferencia de nuestros antepasados homínidos que luchaban por hacerse de un lugar en la inmensidad de la naturaleza que se vivía como un “contra qué” inagotable, hoy tenemos la ventaja de la autoconsciencia en torno a las modificaciones sobre lo humano y, en consecuencia, la posibilidad de afirmarlas como parte de nuestro ser en el mundo. Que en algunos esta realidad cause vértigo y se refugien en formas del pensamiento hace tiempo superadas, solamente confirma la certeza de la constante evolutiva humana: estar en un permanente fuera del centro; en la perpetua exploración sobre sí misma para permanecer con éxito en el mundo.

Referencias:
  • Sloterdijk, Peter (2008). En el mismo barco. Madrid: Siruela.
  • Valencia, Sayak (2014). “Teoría transfeminista para el análisis de la violencia machista y la reconstrucción no-violenta del tejido social en el México contemporáneo” en Universitas humanística 78, julio-diciembre.

Entrevista con Adriana Gómez y la exposición Vacaciones en Sodoma presentada por Art Latinou.

Empresaria, galerista, cibergalerista, modelo y una personalidad cada vez más reconocida en el medio de la promoción artística latinoamericana, la joven emprendedora conversó con Dossier para compartir su visión sobre la propuesta del arte cuir que ahora impulsa y que se ha consolidado como un fenómeno creativo integral, en el que convergen lo estético, lo político y lo contestatario, como de manera contundente se visualiza en las obras presentadas: por medio de una estética acabada, plena de afirmación, fuerza y sensualidad, lo divergente es propuesta y la sexualidad es resistencia.

Vacaciones en Sodoma estará disponible hasta el 14 de agosto, en Praga 33, colonia Juárez, de lunes a sábado, de 13:00 a 18:00 horas.

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