Ocho metros cuadrados y sus poéticas dimensiones
El día del niño de 2020, cuando todos vivíamos el aislamiento por la feroz pandemia de la Covid-19, nació el proyecto Expos en cautiverio, un espacio mínimo de ocho metros cuadrados conformado por tres muros en el taller del artista plástico César Rangel y que tiene como objetivo «presentar obra a fin de suscitar encuentros entre poéticas diversas y asistir a las derivas que puedan germinar». Este proyecto, me parece, alude de forma certera a la esencia de nuestra paradoja contemporánea entre el encuentro, la libertad, el encierro y sus interrogantes.
Expos en cautiverio es un espacio mínimo que apuesta por un diálogo constante entre artistas visuales y que desnuda la íntima relación con la literatura y la poesía. Cada exposición se inaugura por transmisión en vivo, momento en el que se revela la poética de César Rangel provocando una aproximación sensible con la obra de cada uno de los artistas que participan en el proyecto, y se complementa con contenidos en el perfil de Instagram durante un mes.
Son varios ya los artistas visuales que han participado en este espacio mínimo de exposición, entre ellos podemos nombrar a Gorka Larrañaga con una muestra en la cual presentó escultura, gráfica y fotografía, o la obra de Oriana Lendechy en «Algo aquí» con su exquisita melancolía. Destaca también la presencia del libro como objeto de arte, como lo vimos en la exposición de Ana Xanic titulada «Génova», un libro que refiere la génesis de cinco dibujos y el absoluto ocultamiento de estos mismos dentro de una estela de yeso. Cinco dibujos que no es posible ver y a los que sólo es posible acceder por la vía de la imagen. O bien, la aproximación entre la obra de César Rangel y el cuento de Bibiana Camacho «La casa de campo» que estrecha los lazos invencibles entre el arte visual y la narrativa.
Expos en cautiverio tiene diversas virtudes, sin duda, una de ellas es conducirnos a la reflexión sobre las interrogantes que distinguen nuestra época. Por ello me causó especial interés la exposición con la fotografía de Aglae Cortés y su indagación sobre el tiempo en la muestra «El fin del mundo». Sobre ella nos dice César Rangel:
«Ahí, en esa yedra multiplicada de fauces, cuellos, pelajes y ojos obturados por las cataratas del olvido. Ahí, un solo ojo señorea en su martillante vigilia. No vemos ese ojo, padecemos su acecho. Tememos su vocación insomne de cazador infalible. Siempre eso, siempre nosotros en atisbo entre el par de ojos, pasajeros de lo humano y todos los posibles ojos apilados en un monóculo brutesco».
En este proyecto, dotado de autenticidad, honestidad y lirismo, tanto la imagen visual como la imagen poética comparten su cautiverio con el espectador; lo obligan a mirar dentro de un espacio que se convierte en la metáfora de sus propias interrogantes y en el cual la obra adopta su posición central como el objeto que rompe con los limites físicos, permitiéndonos ir más allá́. Expos en cautiverio es el ejemplo de la amplia dimensionalidad contenida en 8m2.
Te recomiendo que visites el perfil de Expos en Cautiverio en Instagram y si quieres hacerlo de forma presencial, es con previa cita enviando mensaje directo.